Acabo de terminar de ver la película Jóvenes Brujas lanzadas en este año 2020. Se vendió no sé si como una secuela o un remake de la anterior con el mismo nombre de 1996. Casi todos los que ahora estamos en este camino debimos verla en algún momento, pues es considerada de culto para cualquiera que se mueva por estas artes.
Debo confesar que cuando salió la publicidad por este remake o segunda parte de aquella cinta, no me entusiasmó mucho. La razón es simple: Las segundas partes no pedidas de una película, lanzadas mucho tiempo después no terminan siendo buenas (hola “día de independencia”). Además, desde un inicio dudé de la historia. ¿Cómo tejer una historia sin sus protagonistas, pero haciendo referencia al mismo tema?
Ahora bien ¿por dónde empezar? En mi opinión, hay muchos clichés mostrando nada más las primeras imágenes. Vemos a los “raritos” juntarse por solidaridad, a manera de manadas o bien, atraídos por su propio clan. Deportistas, populares, excluidos, raros… Cada uno en su sitio en la cafetería.