
Recuerdo muchos años atrás no estaba de “moda” celebrar Yule. Al contrario, lo más cercano que los programas de TV hacían especiales relacionados con la llegada del espíritu de la navidad. Mandarinas, cenas abundantes, velas, figuras semejantes a un Santa Claus pero con un ropaje dorado y blanco.
Debo decir que era un ritual muy “Nueva Era”, cuyo fin principal era darle cabida a este personaje barbudo que venía a traer abundancia y armonía al hogar. Era por ello que siempre sugerían dejar abiertas puertas y ventanas para que este espíritu ingresara en el recinto y nos llenara de esa energía particular.
En muchas televisoras desde los años 90 comenzaban en sus especiales matutinos de variedades a incluir “rituales” para celebrar la llegada del espíritu de la navidad.
Recuerdo que no cuestionaba nada, siempre se había celebrado en casa las dos fechas especiales 24 y 31. Por tanto lo del 21 era algo nuevo. “Inventos comerciales” diría mi madre no creyente. Sin embargo he de afirmar que me encantaba esta ¿fiesta? y lo que representaba.
Celebrar Yule sin saberlo, como muchos
Muchos años después iniciando en este camino brujesco, encuentro las celebraciones paganas. Una rueda completa de fechas especiales que se relacionan directamente con los cambios de estaciones. Cada fin de un ciclo natural se convierte en un motivo para festejar, agradecer y sobre todo honrar a los dioses.
Todos los 21 de diciembre se celebra la mayor fiesta relacionada con el solsticio de invierno, Yule (al menos en el hemisferio norte). Debo decir que para mí es una fecha poderosa porque representa el renacimiento del Dios. Es el día más largo, oscuro y frío, sin embargo, la magia viene después. Emerge el sol, retorna la luz, se disipan las tinieblas.
Hoy más que nunca pienso celebrarlo, este ha sido sin dudas un año duro, creo que para todos. Algunos han perdido amigos, familiares, las economías se han trastocado, hemos tenido momentos de incertidumbre y mucha oscuridad. Así que no hace falta indicar las razones para festejar, pedir asistencia y sobre todo agradecer que estamos vivos y seguiremos luchando.

Las tradiciones de Yule fueron sustituidas por la navidad, como un intento de acabar con viejas tradiciones

Lo que puedes hacer un 21 de diciembre
En la antigüedad se sacrificaban cabras en honor a Thor y ciervos en homenaje a la diosa Beiwe, por esta razón es muy común colocar como elemento decorativo en tu altar el cráneo de una cabra. Si quieres rendirle culto a este Dios, es el mejor detalle.
Emplea elementos de colores rojo, dorado, blanco o plateado comenzando por el mantel. Así mismo las velas. Usa flores, conos de pinos, acebos, hierbas, etc.
En tiempos modernos puedes adaptar la fiesta a tu particularidad. Puedes usar elementos decorativos, en contraposición al altar de trabajo, que solo debe llevar los implementos, en festividades puedes decorar a tu gusto.
Para limpiar el ambiente quema incienso y mirra. Estos son otros de los símbolos de Yule.
En cuanto a ofrendas y la comida a compartir, puedes preparar un vino condimentado o una sidra con especies. Recuerda que es una noche fría por tanto se precisan de bebidas calientes con algo de licor. Lo ideal es poner sobre la mesa parte de los alimentos cosechados, pero sabemos que nosotros a duras penas cultivamos unas pocas hierbas, así que ubica los frutos de la temporada.
Si tienes niños invítalos a participar puedes elaborar recetas sencillas como galletas y mermeladas. Es muy común poner sobre el altar un tronco de Yule dulce. Este no es más que una especie de brazo gitano envuelto en chocolate, con un decorado que semeja a un tronco de verdad.
No puedo celebrar Yule ¿qué debo hacer?
En esta festividad, emplea tu creatividad. Lo mejor es lo que llevamos a cabo con la inspiración. Reúne a la familia, medita en los cambios que quieres en tu vida. Agradece a la divinidad por las pruebas y también por la asistencia. Aunque no lo creas, si has llegado hasta acá ha sido por ellos.
Que así como no falten alimentos en la mesa, y tengamos una cosecha abundante, podamos cultivar nuestro espíritu y obtener frutos espirituales. Toma conciencia de esta frase y llévala a cabo con una oración, una meditación o algún símbolo.
Si no puedes armar un altar o hacer una celebración es la mejor opción. Recuerda, no son las cosas que realizas, sino lo que vives y sientes.
